Ahogando penas en un cortado.

Las lágrimas de Elizabeth terminaban su recorrido en su taza de café, formando ínfimos surcos en la superficie del líquido. Revolvía el cortado distraíademte, encontrándose muy lejos de la cafetería. Vagaba por su cabeza, por su dolor.
Muchos de los presentes la miraban, algunos con pena, otros tantos con deseos de avalanzarse sobre aquella criatura de aspecto tan inocente y frágil, pero nadie se le acercaba.

Por fin había logrado lo que deseaba: deshacerse de su "madre", de esa mujer que estuvo siempre ausente, y que sólo le entregaba mucho dinero para mantenerla "contenta". Pensó que se sentiría contenta de estar allí, haciendo lo que quisiera, pero no... jamás se había sentido más infeliz en toda su vida. Tenía un vacío hondo y negro; siempre había estado allí, pero Lizzie trataba de convencerce de que todo iba bien, de que su mundo era perfecto. Pero era de cristal. Todo a su alrededor era superfluo y efímero; nunca había mantenido una relación con nadie, y eso no le había afectado hasta hoy: se sentía sola, muy sola. La soledad la engullía.

Llegado a la cafeteria busqué una taza de té frio y justo cuando pensaba salir, ví a la chica que lloraba, tambien me dí cuenta de que todos la miraban con cierto deseo o pena, cosas diferentes paradojicamente, sin embargo nadie parecia acercasele a preguntar que le habia pasado.

Tomando valor, comienzo mi recorrido hasta ella, quien estaba mas que perdida en sus pensamientos. Me paro delante de la mesa-¿Por que alguien tan linda como tu lloraría?-pregunte tratando aún no se si en vano de alegrarle un poco el dia.

Alzó la vista al oír una voz masculina que se dirigía a ella. Se encontró con un joven de cabellos rubios, algo cortos, que la miraba fijamente, sosteniendo una taza en la mano. Supuso que era té helado, ya que el contenido no humeaba.
Estaba a punto de pedirle que se retirara, más bien, gritarle que se retirara, pero se contuvo... Era la primera vez en mucho tiempo que alguien mostraba verdadera preocupación desinteresada por su persona.
Soltó un corto suspiro, y luego acomodó algunos cabellos que le habían caído sobre el rostro, humedecidos por las lágrimas.
-¿Y por qué a alguien como tú le interesaría?- cuestionó, limpiándose un poco en rostro. A pesar de que su maquillaje se había corrido, y de que sus ojos estaban algo enrojecidos, continuaba viéndose tan abrumadoramente bella como siempre.

Miro a la chica frente a mi, con el maquillaje corrido y los ojos enrojecidos-¿Porqué no debería de interesarme?-miro a mi alrededor-Estas personas te ven llorar, pero nadie se acerca, es de personas despiadadas. -dije ademas me siento mejor cuando se que puedo alegrar a alguien, y se ve a leguas que estas triste.

Hago un gesto con la mano y señalo el asiento-¿Puedo sentarme?-pregunto.

"Mm... A mí nunca me gustaron los trabajos de caridad" pensó, después de oír su último comentario, volviendo a su tarea de revolver el café. Este estaba hasta el tope, ya que no había dado ni un sólo sorbo, y tampoco pensaba hacerlo, ya que probablemente estaba muy frío.
-Siéntate si quieres, pero no creo que pueda hacerte sentir mejor. No soy la más indicada como para que alguien intente alegrarme el día-

Mis ojos giran al cielo, sabiendo que habia mal interprétado mis palabras. Tomé asiento frente a ella.-No es a mi a quien harás sentir mejor, soy yo a ti. Ese es mi propósito de hoy.-Continúe. Bebí un sorvo de mi té helado.

Miré a mi alrededor. -¿Por qué llorabas?-Las lagrimas habia dejado de caer, sin embargo, aún parecia perdida.-Te dejo algun novio?-Pregunte arqueando una ceja. pero inmediato negué-No creo, eres hermosa. No te dejarian. -Sonreí.

Sacudió la cabeza, resignada. En realidad, era él el que no había comprendido lo que Lizzie trataba de decir.
Esas personas que se sentían bien ayudando a los demás le daban mala espina; pensaba que probablemente habían hecho algo muy malo y trataban de enmendarlo alegrando a los extraños. Sacudió la cabeza, ahuyentando esos pensamientos tontos. Quizá por fin había encontrado a una persona buena y sincera, pero todavía debía estar a la defensiva.
-No, los halagos no servirán- comentó después de oírlo, mostrando una débil sonrisa. -Tendrás que esforzarte un poco más- agregó, manteniendo curvadas las comisuras de los labios.

La sonrisa era tenúe pero era una sonrisa. -Trataré de mejorar. ¿Qué te haria mejor?-contesté. Pero aun sabiendo que no habia dicho por que lloraba. -¿Un helado?algún dulce? por que soy maniatico de ellos. -digo sonriente-Y tengo un amigo que me llevó a una buena heladeria hace un tiempo.-dije acordandome de Eidel-Siempre tienen todos los sabores de chocolate que te puedas imaginar.-Dije refiriendome a la heladeria. -Soy Benjamin-me presento, pues sabia por mis padres desaparecidos desde hacía dos dias que era de mala educacion no presentarse.